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14 de octubre de 2025

La honestidad y la distinción entre Gasto Público y Privado

La diferencia fundamental entre el gasto público y el privado reside en su origen y su finalidad.

El gasto público es aquel que realiza el Estado con los fondos recaudados de la ciudadanía a través de impuestos, tasas y contribuciones. Su objetivo principal es el bienestar general y la provisión de bienes y servicios para toda la sociedad, como la construcción de infraestructura (carreteras, hospitales), la educación, la seguridad y la salud.

Por otro lado, el gasto privado es el que efectúan las personas, familias y empresas utilizando sus propios recursos. Su propósito es satisfacer necesidades y deseos particulares (consumo) o buscar un rendimiento económico (inversión).

En resumen, mientras el gasto público utiliza fondos colectivos para un fin social, el gasto privado utiliza fondos particulares para fines individuales o de lucro.

Desgraciadamente en Argentina, como en otros paisitos corruptos, históricamente políticos, gobernantes, funcionarios, empresarios proveedores del estado, etc., en la práctica no lo han entendido así.

Presidente Illia recibiendo al presidente Charles de Gaulle,
en octubre de 1964. Visto en Wikipedia
Sin embargo es posible encontrar en la historia personalidades que se han distinguido por su honestidad y la distinción entre Gasto Público y Privado.

Un caso interesante e histórico de recordar fue el General Charles De Gaulle, que dejó una impronta indeleble en la política francesa del pasado y presente siglo. Se cuenta que cuando era presidente, De Gaulle consideraba que el dinero público debía permanecer sagrado.

En el Palacio del Elíseo se negaba a que el Estado pagara cualquier gasto personal. Su esposa, Yvonne de Gaulle, llevaba un pequeño cuaderno en el que anotaba meticulosamente todos los gastos familiares: electricidad, comida, ropa, jabón…

Cada mes, hacía un cheque al Tesoro Público para reembolsar esos gastos privados. Un día, el contable del Elíseo le dijo que no era “necesario”. Ella respondió: “Señor, todo lo que no es público es privado, y lo que es privado, lo pagamos nosotros.”

Incluso sus hijos y nietos no tenían derecho a utilizar los coches oficiales para asuntos personales.
Rechazaba los privilegios de su cargo (pagaba sus facturas personales en el Elíseo, hasta el costo del jabón y de las comidas familiares).

Rechazó el salario presidencial, viviendo únicamente de su pensión como general. A su muerte, no poseía ninguna fortuna, solo su casa en Colombey-les-Deux-Églises, comprada antes de la guerra. Se cuenta que incluso enviaba cheques al Tesoro Público cuando creía que algún gasto privado podía haberse pagado por error con dinero del Estado.

En Argentina también tuvimos un presidente 100% honesto. El Dr. Arturo Umberto Illia, presidente de la Nación Argentina entre el 12 de octubre de 1963 y el 28 de junio de 1966.

Vivió casi toda su vida en su humilde casa de Cruz del Eje, donde se dedicaba a la medicina, y que nunca utilizó su influencia a su favor. Nunca pudo encontrarse un solo cargo de corrupción en todo su mandato, ni siquiera en alguno de sus colaboradores. Renunció a su jubilación de Presidente y, en algunas ocasiones, se puso a trabajar en la panadería de un amigo. Vendió su auto para pagar el tratamiento de su esposa.

Siempre honesto, sencillo, humilde y jerarquía moral lo convierten en el Mahatma Gandhi de la política Argentina, como lo señaló el escritor Marcos Aguinis en su momento.

Por George Stephen ©2025
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15 de agosto de 2025

Sobre el Proyecto Euroasiático de Vladimir Putin

¿Utopía Imperial o Realidad Geopolítica?

En el complejo tablero geopolítico del siglo XXI, la figura de Vladimir Putin genera percepciones marcadamente antagónicas.

Vladimir Putin. Imagen de archivo
Para gran parte de los líderes y la opinión pública de Occidente, encarna la imagen de un líder autoritario con ambiciones expansionistas de corte decimonónico, una amenaza directa al orden liberal internacional establecido tras la Guerra Fría. Sin embargo, para una porción significativa del Sur Global y para sectores dentro de la propia Rusia, es visto como un defensor de la soberanía nacional frente a la hegemonía estadounidense.

En este contexto de percepciones polarizadas, ha ganado tracción la tesis de que el presidente ruso no solo busca restaurar la influencia perdida tras el colapso soviético, sino que persigue un objetivo más profundo y de mayor alcance: la consolidación de una civilización euroasiática, con una identidad propia, capaz de desafiar el dominio occidental y, eventualmente, contrapesar la creciente influencia de China.

Este artículo analiza los fundamentos ideológicos, los objetivos estratégicos y la viabilidad de dicho proyecto.

La base ideológica de esta visión se encuentra en el "eurasianismo", una corriente de pensamiento que surgió entre los intelectuales rusos exiliados en la década de 1920 y que fue revitalizada tras la disolución de la URSS.

Esta doctrina postula a Rusia no como un apéndice oriental de Europa o uno occidental de Asia, sino como una civilización única y autónoma, un "continente-nación" con un destino histórico propio. Figuras contemporáneas como el filósofo Aleksandr Dugin han modernizado y popularizado estas ideas, abogando por un "imperio euroasiático" que, bajo el liderazgo de Moscú, unificaría a los pueblos eslavos, túrquicos y otros grupos étnicos del vasto espacio postsoviético.

Este bloque se cohesionaría en torno a valores considerados tradicionales —la fe ortodoxa, un fuerte poder estatal centralizado y el rechazo al individualismo y al liberalismo occidental—, conformando lo que Dugin denomina una "cuarta teoría política". Este concepto se entrelaza de manera funcional con la doctrina del "Russkiy Mir" (Mundo Ruso), una esfera de influencia cultural y lingüística que el Kremlin utiliza como instrumento de poder blando y como justificación para la protección de las poblaciones rusoparlantes más allá de sus fronteras, como se ha evidenciado en Georgia, Crimea y, de forma más dramática, en el Donbás ucraniano.

El principal objetivo de este proyecto es, por tanto, la reconfiguración del orden mundial. Vladimir Putin ha sido un crítico vehemente y constante de lo que considera un mundo unipolar dominado por Estados Unidos.

14 de agosto de 2025

El pensamiento de Vladimir

Por éstos tiempos no pocos analistas y estudiosos del hombre fuerte del Kremlin, Putin, es el más odiado y el más temido en el viejo continente, incluido en la extensa Rusia.

En Occidente desde al menos 2007, cuando se produjo el gigantesco ciberataque a la estructura gubernamental y financiera a Estonia, tiene la imagen de un líder autoritario con ambiciones expansionistas. En este contexto, ha ganado tracción la tesis de que el presidente ruso no solo busca restaurar la influencia perdida tras el colapso soviético, sino que persigue un objetivo más profundo: la consolidación de una civilización euroasiática, con una identidad propia, capaz de desafiar la hegemonía occidental y, eventualmente, la creciente influencia de China.
Por George Stephen ©2025
Todos los derechos Reservados

Cuál es el plan final de Putin: viaje al pensamiento de su mentor intelectual

Aleksandr Dugin es quien da forma filosófica a las proyecciones políticas del jefe de estado ruso. Qué tiene en su cabeza el intelectual que influye en Moscú desde hace 20 años.

Publicado por Infobae. 24/03/2022. Fuente The Washington Post.

Cuando Vladimir Putin expuso al mundo su idea de que Ucrania no existía como país soberano y que era una construcción que pertenecía a Rusia, muchos que conocían los laberintos de su cabeza supieron que detrás de esos conceptos existía un mentor, un gurú, que los había trazado con él. Alguien que le había dado la narrativa exacta que podría actuar como excusa para invadir al país vecino democrático y cada vez más independiente de Moscú y más cercano a Europa.

Aleksandr Dugin, mentor del plan de Vladimir Putin
para que Rusia vuelva a ser un imperio (Infobae)
Ese gurú es nada menos que Aleksandr Dugin, un intelectual, un “profeta fascista” como lo llama David Von Drehle en su columna de The Washington Post de este jueves. “El análisis procede directamente de las obras de un profeta fascista del máximo imperio ruso llamado Aleksandr Dugin”, escribió el columnista de diario de la capital norteamericana.

“La influencia intelectual de Dugin sobre el líder ruso es bien conocida por los estudiosos cercanos del periodo postsoviético, entre los que a veces se refiere a Dugin, de 60 años, como el ‘cerebro de Putin’. Su trabajo también es familiar para la ‘nueva derecha’ europea, de la que Dugin ha sido una figura destacada durante casi tres décadas, y para la ‘alt-right’ estadounidense. De hecho, la ex esposa del líder nacionalista blanco Richard Spencer, de origen ruso, Nina Kouprianova, ha traducido parte de la obra de Dugin al inglés”, explica Von Drehle.

El columnista norteamericano explica además que no es nueva la influencia de Dugin sobre las decisiones del Kremlin. El intelectual preferido de Putin ha estado influyendo sobre las políticas de Moscú durante los pasados 20 años. Es quien creó los relatos necesarios para que el jefe de estado ruso pudiera solidificarse en el poder y, sobre todo, golpear las democracias occidentales con nuevas ideas, ya sean de izquierda o derecha, indistintamente.

“Producto de la decadencia soviética tardía, Dugin pertenece a la larga y funesta línea de teóricos políticos que inventan un pasado fuerte y glorioso -infundido de misticismo y obediente a la autoridad- para explicar un presente fracasado”, señala el autor quien compara al monje negro ruso con otros intelectuales que dedicaron su voz en declamar que “el futuro está en reclamar ese pasado al presente liberal, comercial y cosmopolita (a menudo representado por el pueblo judío)”. Así enumera a Julius Evola, el monje loco del fascismo italiano; Charles Maurras, el reaccionario nacionalista francés; Charles Coughlin, el locutor de radio estadounidense; e incluso “el autor de un libro alemán llamado Mein Kampf”.