3 de noviembre de 2025

Ghost I - El vuelo

En la oscuridad cerrada de la madrugada, el aeropuerto de la ciudad de Córdoba parecía dormido. Las luces de pista titilaban con parsimonia, y el eco distante de algún camión de mantenimiento rompía el silencio. Sin embargo, en un rincón apartado del sector ejecutivo, un elegante Gulfstream V esperaba con la nariz apuntando hacia el este, como un depredador al acecho.

Gulfstream V. Imagen de archivo
La orden había llegado horas antes: el vuelo debía realizarse sin dejar huellas. Nada en Flightradar24 ni en plataformas similares, nada en los registros públicos. Solo un puñado de personas en tierra y en el aire sabían lo que estaba por suceder, incluyendo a los controladores oficiales del tráfico aéreo en Argentina, que se trataría como uno de esos "casos especiales".

La tripulación, vestida sin distintivos, revisó la aeronave en silencio. El comandante activó un plan de vuelo ficticio en el sistema, uno que jamás se ejecutaría. Después, en un gesto calculado, desconectó el transpondedor ADS-B antes del rodaje. En la pantalla global de rastreo, el Gulfstream simplemente se desvaneció.

A las 03:18, los motores Pratt & Whitney rugieron suavemente. Guiados por un controlador que había recibido "instrucciones especiales", el avión despegó en una pista lateral, con luces de navegación apenas visibles. La trayectoria inicial lo llevó hacia el norte, imitando un patrón de salida habitual, pero pronto, a baja altitud y fuera de las rutas principales, el jet giró discretamente hacia el noreste.

Durante el vuelo, los sistemas de comunicación convencionales permanecieron en silencio. Solo una radio segura, con un canal cifrado, transmitía su posición a un pequeño centro de control privado. En el cielo sin tráfico visible, la aeronave era un fantasma.

A las 03:59, el piloto divisó las luces solitarias de un aeropuerto en el norte del país. La aproximación fue precisa, sin balizas adicionales ni anuncios por radio. A las 04:03, las ruedas tocaron suavemente la pista. Sin prisa, el avión rodó hasta la cabecera norte de la pista, donde ya aguardaba un vehículo oscuro. Del mismo, bajó un hombre algo mayor, no muy alto, de aspecto europeo, que abordó el avión con paso decidido. Al subir, estrechó las manos de otros dos hombres que lo esperaban a bordo, en un saludo formal y serio.

El vuelo despegó rumbo a un nuevo destino prefijado, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y se realizó en las mismas condiciones casi furtivas: transpondedor desconectado, trayecto cuidadosamente planificado para evitar rutas congestionadas y comunicación mínima, todo para seguir inadvertido en el espacio aéreo.

En cuanto el avión ascendió y estableció una altura de crucero especial rumbo a la plataforma militar del Aeroparque Jorge Newbery (AEP), el confort del Gulfstream se hacía notar: amplios asientos de cuero reclinables, una cabina silenciosa gracias al diseño aerodinámico y un sistema de climatización que mantenía un ambiente agradable pese a un agosto inusualmente cálido. La aeronave ofrecía conectividad satelital segura, permitiendo enviar y recibir información clasificada, así como mantener comunicaciones cifradas con el equipo de destino.

—Traigo la actualización completa de los datos e información —dijo el recién llegado—. Hay detalles que cambian por completo el panorama.
—Perfecto —respondió uno de los que ya estaba a bordo—. El equipo de inteligencia analítica podrá procesarlos y evaluar riesgos apenas lleguemos.
—Habrá que contrastar todo con las fuentes previas —añadió el tercero—. No podemos permitir errores en este nivel. El resto del vuelo fue en silencio. Cada uno leyendo en sus dispositivos y durmiendo un poco.

El vuelo transcurrió bajo un cielo despejado y una atmósfera calma, lo que favoreció un trayecto estable y rápido. En las fases finales, la torre de control de Aeroparque otorgó prioridad absoluta al Gulfstream, reorganizando el tráfico entrante para permitir una aproximación directa y un aterrizaje inmediato. Eran 05:15 cuando se arribó al Aeroparque Jorge Newbery. En la plataforma militar del Aeroparque importantes vehículos privados aguardaban discretamente la llegada del jet, en un marco estrictamente confidencial.

En los registros oficiales, no había constancia que un Gulfstream V hubiera surcado ese cielo esa noche. En el aeropuerto norteño, nunca nadie informó haber notado la presencia del avión ni del vehículo que dejó al pasajero. Para el mundo, aquel vuelo fantasma nunca existió.-

Por George Stephen ©2025
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