En la oscuridad cerrada de la madrugada, el aeropuerto de la ciudad de Córdoba
parecía dormido. Las luces de pista titilaban con parsimonia, y el eco
distante de algún camión de mantenimiento rompía el silencio. Sin embargo, en
un rincón apartado del sector ejecutivo, un elegante Gulfstream V esperaba con la nariz
apuntando hacia el este, como un depredador al acecho.
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| Gulfstream V. Imagen de archivo |
La tripulación, vestida sin distintivos, revisó la aeronave en silencio. El
comandante activó un plan de vuelo ficticio en el sistema, uno que jamás se
ejecutaría. Después, en un gesto calculado, desconectó el transpondedor ADS-B
antes del rodaje. En la pantalla global de rastreo, el Gulfstream simplemente
se desvaneció.
A las 03:18, los motores Pratt & Whitney rugieron suavemente. Guiados por
un controlador que había recibido "instrucciones especiales", el avión despegó
en una pista lateral, con luces de navegación apenas visibles. La trayectoria
inicial lo llevó hacia el norte, imitando un patrón de salida habitual, pero
pronto, a baja altitud y fuera de las rutas principales, el jet giró
discretamente hacia el noreste.
Durante el vuelo, los sistemas de comunicación convencionales permanecieron en
silencio. Solo una radio segura, con un canal cifrado, transmitía su posición
a un pequeño centro de control privado. En el cielo sin tráfico visible, la
aeronave era un fantasma.
A las 03:59, el piloto divisó las luces solitarias de un aeropuerto en el
norte del país. La aproximación fue precisa, sin balizas adicionales ni
anuncios por radio. A las 04:03, las ruedas tocaron suavemente la pista. Sin
prisa, el avión rodó hasta la cabecera norte de la pista, donde ya aguardaba
un vehículo oscuro. Del mismo, bajó un hombre algo mayor, no muy alto, de
aspecto europeo, que abordó el avión con paso decidido. Al subir, estrechó las
manos de otros dos hombres que lo esperaban a bordo, en un saludo formal y
serio.
El vuelo despegó rumbo a un nuevo destino prefijado, la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires y se realizó en las mismas condiciones casi furtivas:
transpondedor desconectado, trayecto cuidadosamente planificado para evitar
rutas congestionadas y comunicación mínima, todo para seguir inadvertido en el
espacio aéreo.
En cuanto el avión ascendió y estableció una altura de crucero especial rumbo
a la plataforma militar del Aeroparque Jorge Newbery (AEP), el confort del
Gulfstream se hacía notar: amplios asientos de cuero reclinables, una cabina
silenciosa gracias al diseño aerodinámico y un sistema de climatización que
mantenía un ambiente agradable pese a un agosto inusualmente cálido. La
aeronave ofrecía conectividad satelital segura, permitiendo enviar y recibir
información clasificada, así como mantener comunicaciones cifradas con el
equipo de destino.
—Traigo la actualización completa de los datos e información —dijo el recién
llegado—. Hay detalles que cambian por completo el panorama.
—Perfecto —respondió uno de los que ya estaba a bordo—. El equipo de
inteligencia analítica podrá procesarlos y evaluar riesgos apenas lleguemos.
—Habrá que contrastar todo con las fuentes previas —añadió el tercero—. No
podemos permitir errores en este nivel. El resto del vuelo fue en silencio.
Cada uno leyendo en sus dispositivos y durmiendo un poco.
El vuelo transcurrió bajo un cielo despejado y una atmósfera calma, lo que
favoreció un trayecto estable y rápido. En las fases finales, la torre de
control de Aeroparque otorgó prioridad absoluta al Gulfstream, reorganizando
el tráfico entrante para permitir una aproximación directa y un aterrizaje
inmediato. Eran 05:15 cuando se arribó al Aeroparque Jorge Newbery. En la
plataforma militar del Aeroparque importantes vehículos privados aguardaban
discretamente la llegada del jet, en un marco estrictamente confidencial.
En los registros oficiales, no había constancia que un Gulfstream V hubiera
surcado ese cielo esa noche. En el aeropuerto norteño, nunca nadie informó
haber notado la presencia del avión ni del vehículo que dejó al pasajero. Para
el mundo, aquel vuelo fantasma nunca existió.-
Por George Stephen ©2025
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