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18 de septiembre de 2025

Mrs. Rose

Durante la semana, demostrando su excelente disciplina, exactamente a las 06:15 am Mrs. Rose llega al cuidado departamento de Mr. Corvus, en el ya antiguo edificio. Abre la puerta de la cocina, acomoda el tender, si hay ropa secándose, e ingresa su bicicleta todo terreno.

Imagen decorativa
Aunque supera algunos años los 60, tiene muy buena salud y un excelente estado físico. Muy meticulosa enciende las luces y comienza la limpieza en silencio.

Unos minutos después, Mr. Corvus abre la puerta de su cuarto, la saluda con amabilidad e intercambian algunas palabras sobre cómo se presenta climáticamente el día. Luego él se lava, se viste adecuadamente, prende su smartphone y su gran smartTV en su canal de noticias habitual, y se va a la cocina para preparar un buen desayuno para los dos mientras ella avanza con el mantenimiento de la limpieza.

Desayunan en la mesa del living room e intercambian algunas de su novedades en una respetuosa, formal y amena conversación. La ceremonia dura alrededor de 20 minutos, como máximo. Luego ella retoma sus tareas y él lee las novedades en sus dispositivos mientras escucha y/o ve las noticias en el smartTV.

Unas pocas horas después Mrs. Rose termina su tarea y se despiden amablemente deseándose un excelente día y los saludos a las familias.

Fiel a sus creencias religiosas, Mr. Corvus se siente agradecido con el Cielo por tener una ama de llaves como la señora Rosa, más en los tiempos que se viven, cada vez más escasos de valores, lamentablemente.

Mrs. Rose vive con su señora madre, quien evidentemente tuvo una educación de calidad que supo transmitir a sus hijos. Todos menos Rose alcanzaron estudios superiores, tienen su profesión y trabajan en sector privado. Los sobrinos de Rose también siguen la línea de sus abuelos, han estudiado, estudian y trabajan. Todos conservan los antiguos y buenos valores, y eso los distingue como gente de bien, no son "ricos", y gozan del aprecio de su entorno afectivo y social.

Tienen el aprecio de quienes saben valorar lo realmente bueno, entre ellos Mr. Corvus, quien también goza de esa gracia divina de formar parte de una familia conservadora con los mismos valores.-

Por George Stephen ©2025
Todos los derechos Reservados


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23 de agosto de 2025

Para Sergio Sinay hay una grave divergencia entre el progreso tecnológico y la involución moral contemporánea

Sergio Sinay: “Hay hoy una ilusión de comunicación, que no es más que conexión”

El ensayista, conocido por sus libros sobre vínculos humanos, acaba de publicar un policial y sostiene que hay una grave divergencia entre el progreso tecnológico y la involución moral contemporánea.
Por Gabriel Sánchez Sorondo, publicado por La Nación

Sergio Sinay. Visto en La Nación
El policial negro suele indagar más en la condición humana que en los vericuetos técnicos o la resolución de los crímenes presentados. Un cana, la última novela de Sergio Sinay (Buenos Aires 1947), encarna a la perfección esa densidad psicológica del género que, en este caso, emana fundamentalmente de la conversación entre dos personajes. Dos duros, pero complejos. En esas voces se activan un universo y una cosmovisión que no es ajena a nuestra época. Afloran, así, prioridades distintas a las de la intriga convencional. El nudo probable, el conflicto ligado al crimen, importan menos en el texto que esas dos voces, su pasado, el mundo que las rodea, lo que las lleva a hablar o callar, a olvidar o a actuar.

Un cana transcurre como preámbulo constante del abismo que palpitan dos varones en sus límites. En ese ritmo radica su vitalidad que –paradójica, aunque lógicamente– termina en muerte. La novela trae temas vigentes, propios a la naturaleza criminal, pero entramados además con la vida prosaica de gente de a pie. Quizá porque “todos somos asesinos en potencia” según señala el propio autor, interesado precisamente en el arte de la charla, y lo que ella genera, versus los mil recursos tecnológicos de contacto a distancia: “Hay una ilusión de comunicación que en realidad no es más que conexión. Cada conversación, cada mano a mano, es una pieza única. Vos y yo ahora estamos generando una pieza artesanal” define Sinay durante la entrevista con la nacion, que, parafraseando a Borges “tercamente se bifurca en otra”.

Sin corresponder al noir, ya Fedor Dostoievski, Truman Capote o el contemporáneo Emmanuel Carrère practicaron, entre otros, el género y el autor argentino hace lo propio: ahondar en la realidad desde la ficción hasta desandar lo evidente y superar la sangre; hasta entrever las capas finas de la experiencia humana, a sabiendas de que el crimen es corteza, síntoma, volumen; llave de otro misterio previo. Es razonable entonces que una pluma como la de Sergio Sinay –al que sus lectores suelen reconocer por sus columnas periodísticas y volúmenes acerca de autoconocimiento y vínculos personales– encuentre en la liga novelística un precipicio interesante. Después de todo, ¿dónde se transparentan los tendones del miedo, la musculatura del amor, los huesos del deseo, sino en nuestros extremos y desbordes?

Ante la pregunta acerca de si fue cronológicamente anterior el narrador o el ensayista, Sinay se remonta a la juventud y a una anécdota...