15 de agosto de 2025

Sobre el Proyecto Euroasiático de Vladimir Putin

¿Utopía Imperial o Realidad Geopolítica?

En el complejo tablero geopolítico del siglo XXI, la figura de Vladimir Putin genera percepciones marcadamente antagónicas.

Vladimir Putin. Imagen de archivo
Para gran parte de los líderes y la opinión pública de Occidente, encarna la imagen de un líder autoritario con ambiciones expansionistas de corte decimonónico, una amenaza directa al orden liberal internacional establecido tras la Guerra Fría. Sin embargo, para una porción significativa del Sur Global y para sectores dentro de la propia Rusia, es visto como un defensor de la soberanía nacional frente a la hegemonía estadounidense.

En este contexto de percepciones polarizadas, ha ganado tracción la tesis de que el presidente ruso no solo busca restaurar la influencia perdida tras el colapso soviético, sino que persigue un objetivo más profundo y de mayor alcance: la consolidación de una civilización euroasiática, con una identidad propia, capaz de desafiar el dominio occidental y, eventualmente, contrapesar la creciente influencia de China.

Este artículo analiza los fundamentos ideológicos, los objetivos estratégicos y la viabilidad de dicho proyecto.

La base ideológica de esta visión se encuentra en el "eurasianismo", una corriente de pensamiento que surgió entre los intelectuales rusos exiliados en la década de 1920 y que fue revitalizada tras la disolución de la URSS.

Esta doctrina postula a Rusia no como un apéndice oriental de Europa o uno occidental de Asia, sino como una civilización única y autónoma, un "continente-nación" con un destino histórico propio. Figuras contemporáneas como el filósofo Aleksandr Dugin han modernizado y popularizado estas ideas, abogando por un "imperio euroasiático" que, bajo el liderazgo de Moscú, unificaría a los pueblos eslavos, túrquicos y otros grupos étnicos del vasto espacio postsoviético.

Este bloque se cohesionaría en torno a valores considerados tradicionales —la fe ortodoxa, un fuerte poder estatal centralizado y el rechazo al individualismo y al liberalismo occidental—, conformando lo que Dugin denomina una "cuarta teoría política". Este concepto se entrelaza de manera funcional con la doctrina del "Russkiy Mir" (Mundo Ruso), una esfera de influencia cultural y lingüística que el Kremlin utiliza como instrumento de poder blando y como justificación para la protección de las poblaciones rusoparlantes más allá de sus fronteras, como se ha evidenciado en Georgia, Crimea y, de forma más dramática, en el Donbás ucraniano.

El principal objetivo de este proyecto es, por tanto, la reconfiguración del orden mundial. Vladimir Putin ha sido un crítico vehemente y constante de lo que considera un mundo unipolar dominado por Estados Unidos.

Su discurso en la Conferencia de Seguridad de Múnich de 2007 es a menudo citado como el manifiesto fundacional de esta postura, donde denunció la extralimitación del poder estadounidense y abogó por un retorno al multilateralismo. Desde esta óptica, la creación de un bloque euroasiático fuerte no sería un fin en sí mismo, sino el medio indispensable para establecer un sistema multipolar en el que Rusia, junto a otros actores como China o India, actúe como uno de los centros de poder soberanos.

En esta lógica, la confrontación con Occidente es un elemento estructural e inevitable. Cada oleada de expansión de la OTAN hacia el este ha sido percibida desde el Kremlin no como una medida defensiva para las nuevas democracias, sino como una agresión directa que viola promesas pasadas y amenaza la seguridad y la esfera de influencia natural de Rusia. La intervención a gran escala en Ucrania, iniciada en 2022, representa la manifestación más drástica de esta lucha por definir "líneas rojas" y detener por la fuerza lo que se considera un avance inaceptable de una alianza militar hostil sobre un espacio históricamente vinculado a Rusia.

Sin embargo, si la confrontación con Occidente es un pilar del proyecto, la relación con China presenta un panorama mucho más complejo. La ambición de "imponerse" sobre Pekín parece, en el escenario actual, una sobreestimación de las capacidades rusas y una mala interpretación de sus intenciones.

La relación bilateral se define mejor como una conveniencia estratégica profunda, una "asociación sin límites" cimentada en su adversario común: el orden liberal liderado por Washington. No obstante, es una alianza fundamentalmente asimétrica. Rusia, con una economía de un tamaño similar a la de Italia y ahora severamente afectada por las sanciones y el esfuerzo bélico, se ha vuelto cada vez más dependiente de China.

Esta dependencia se manifiesta en la venta de hidrocarburos con descuento a Pekín y en la necesidad de importar desde tecnología de consumo hasta componentes críticos como microchips. Putin no busca dominar a China; busca utilizar su poder económico y diplomático como un ariete contra la hegemonía occidental.

El cálculo es que el ascenso chino, gestionado correctamente, puede acelerar la transición hacia la multipolaridad, permitiendo a Rusia posicionarse como un socio indispensable en el ámbito militar, nuclear y diplomático dentro de este nuevo eje anti-hegemónico, un rol que su poder económico por sí solo no le permitiría jugar.

En conclusión, la idea de que Vladimir Putin promueve la creación de una "etnia euroasiática" dominante podría tomarse como una simplificación que ignora la naturaleza geopolítica del proyecto.

Lo que sí existe es una estrategia a largo plazo, con profundas raíces ideológicas, que busca forjar un bloque de poder soberano en Eurasia. Este proyecto se fundamenta en un rechazo frontal a los valores liberales occidentales y tiene como objetivo estratégico principal quebrar la hegemonía estadounidense para dar paso a un orden mundial multipolar.

Si bien la confrontación con Occidente es un pilar de esta visión, la relación con China es de una compleja y asimétrica interdependencia, no de una aspiración a la dominación.

El éxito o fracaso de esta ambiciosa y arriesgada empresa, cuyo desenlace se juega en parte en los campos de Ucrania, definirá no solo el futuro de Rusia, sino el equilibrio de poder global en las décadas venideras.-

Por George Stephen ©2025
Todos los derechos Reservados

Fuentes y Lecturas Recomendadas

1. Sobre el Eurasianismo y la Ideología
  • "The Foundations of Geopolitics: The Geopolitical Future of Russia" de Aleksandr Dugin: Este es el texto fundamental del eurasianismo moderno. Aunque su traducción completa al español es difícil de encontrar, análisis sobre su contenido son abundantes.
2. Sobre la Doctrina "Russkiy Mir" (Mundo Ruso)
3. Discursos Clave de Vladimir Putin y Política Exterior
  • Discurso en la Conferencia de Seguridad de Múnich (2007): Considerado un punto de inflexión en la política exterior rusa y una declaración abierta de su oposición al orden unipolar.
  • Valdai Discussion Club: Es una de las plataformas más importantes donde el liderazgo ruso, incluido Putin, expone su visión del mundo. Sus archivos son una fuente primaria de gran valor.
4. Relación entre Rusia y China
  • Center for Strategic and International Studies (CSIS): Ofrece análisis detallados y actualizados sobre la dinámica de la "asociación sin límites".
  • Alexander Gabuev: Es uno de los analistas más citados sobre la relación entre Rusia y China, actualmente en el Carnegie Russia Eurasia Center. Sus artículos ofrecen una visión profunda de la asimetría en la relación.
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